Thursday, January 11, 2007
16/12/06
El encuentro fué pautado para la tarde y el tren que llevaba a Claudia hacia el jardín onírico arribó a las 16:50.
Cuando la vi descender con su corsét escotado y su larga pollera negra, el tambor de mi pecho comenzó a clamar misericordia ante tanta belleza.
Paseamos por mi reino, anduvimos aquí y alla. Me ayudó en mi trabajo y me dió ideas para crear nuevos sueños y también nuevas pesadillas.
Entrada la noche, propuse que era tiempo de disfrutar de un pequeño banquete acompañado de algunos menesteres.
La cena terminó y después de degustar el último bocado, la llevé al teatro, donde dos magos, uno llamado Christian Bale y el otro Hugh Jackman, definían cual era el mas apto para encantar al público.
Con la función terminada, la romantica velada casi quedaba conclusa, aunque todavía faltaba el epílogo.
La lluvia comenzó a caer, pero no tuvo éxito en apagar el fuego y la pasión de nuestros corazones.
Una vez en los aposentos reales, empapados por las fulminantes gotas de lluvia, la desnudé en cuerpo y alma, para hacerla mía, como nunca antes lo fué.
Y fué amor lo de esa noche, al menos creo yo.
Solo el tirano tiempo nos volvera a reunir, Claudia, para que pasemos juntos otro momento mágico, como el de aquel dieciseis de diciembre de dos mil seis.